Cara al espejo
A veces vivo días raros. Parece que salgo de mí misma, no soy yo. Ni siquiera sé lo que yo soy. En esos días anómalos, entro en un estilo de trance, se interrumpe mi vivir, paro de respirar. Aun así mi mente es consciente y mi cuerpo prosigue en función. Lo que pasa es que el tiempo parece que se detiene, y lo único que transcurre es el movimiento en mi cuadrada habitación. Hoy es extraño. El día se torna gris, aun así el sol arde brillante, haciéndose el cielo en un claro oscuro, con trazos de barroco. He bebido un poco de vino, de uno tinto y otro blanco. Me fue más gustoso el blanco que tenía un toque cítrico. Resulta un obstáculo beber y no tener un piti en mano, es prohibido fumar en mi casa y mi padre me advirtió que si se entera de que fumo me saca de la carrera. Me gusta mucho lo que estudio, es un privilegio estudiar filosofía hoy en día. Me entra sueño y me tomo un diazepam, no por alguna adicción sino porque me relaja los músculos, y yo suelo ser una mujer tensa, dura. Unos piensan que soy tan frágil, otros, que soy equivalente al polo norte. Quien sabrá, depende con que pie me despierte esa mañana. Me tumbo en mi cama deshecha, porque no tengo la costumbre de hacerla. Cuál es el punto si siempre termina en desorden; me muevo mucho mientras duermo, algunos me han dicho que hago ruidos, pero no me lo termino de creer del todo. Son las 8:23 de la tarde, queda mucho hasta la hora en que comienzo a soñar. Suelo dormirme a las tres de la mañana, específicamente en estos días tan extraños. No suelo decir muchas palabras, pero tengo tanto que decir. Me meto a Letterboxd, y veo mi watchlist por detenido momento, pero no tengo ni idea de que peli ver. Creo que veré A Serbian Film. He oido que es horrorosa y traumatizante, pero de tanto de no sentir, que esto es lo único que me queda por hacer. Me pondré un poco de jazz mientras observo mi rostro al espejo, llevo años degustando la discografía de Bill Evans y no me cansaré nunca. Necesito un diálogo intuitivo conmigo misma todas las noches, no vaya a ser que me olvide de mi propia percepción. Me pongo el pijama. Unos bóxeres azules de mi ex que no llego a odiar y un top de Calvin Klein del mercadillo, y me trenzo el pelo inocente. Me está creciendo el cabello como cascada en gravedad. Y no puedo parar de rumiar, cuando será el día, cuando será, que me lo digan. Espero algo todos los días y no sé que será, estoy incierta de lo que vendrá, no sé que estoy esperando, pero quizá me hago una idea…